Allá por 1998 el amigo Michael Bay sumó un miedo más a los que todos acumulábamos por aquél entonces. Apenas unos meses antes al lanzamiento de Armageddon, la película Deep Impact hizo lo propio al recoger también los esfuerzos de la humanidad por prepararse para la destrucción de un asteroide que se encaminaba hacia la Tierra. Era un miedo que nos quedaba más cerca de la ciencia ficción que, con el paso de los años, se ha ido intensificando aún más. Ahora, el asteroide 2024 YR4 lo ha reavivado con más fuerza que nunca.
Los últimos cálculos de la NASA y la Agencia Espacial Europea sitúan ya la probabilidad de colisión en un 2,3% tras haberse incrementado paulatinamente durante los próximos días. Lo que hace apenas una semana presentaba una probabilidad de 1 entre 83 de chocar contra la Tierra, es ya de 1 entre 43 según las últimas estimaciones. Pero incluso aunque las posibilidades aumenten, en realidad hay poco que temer.
La buena noticia es que estamos preparados
Precisamente por lo impulsado por esas películas, a menudo caemos en el fallo de pensar que una bomba nuclear que lo haga explotar sería la opción más lógica. Sería un craso error. Dependiendo de la masa del asteroide original, la propia gravedad del objeto podría provocar que los fragmentos volviesen a ser atraídos por el cuerpo estelar, modificando además su trayectoria y velocidad generando una situación mucho más imprevisible.
Si los fragmentos consiguiesen separarse lo suficiente, daría lugar a una lluvia de asteroides más pequeños pero igual de peligrosos, provocando que actuar sobre ellos fuese aún más difícil y que, además, el control sobre la situación respecto a los impactos resultase más compleja. Eran las ideas que se manejaban en películas como Armageddon o Deep Impact, pero afortunadamente la ciencia ha avanzado mucho desde entonces.
La misión DART de la NASA demostró en 2022 que la mejor opción para deshacernos de un posible impacto resulta tan simple como modificar la trayectoria del objeto. Una opción que ya está sobre la mesa y que la ONU volverá a apuntar cuando el Grupo Asesor de Misiones Espaciales se reúna entre abril y mayo para abordar el problema y todas las inquietudes que se plantean a partir de aquí.
El gran problema del asteroide 2024 YR4 es que, en su trayectoria elíptica, ahora se encamina a un punto en el que lo perderemos de vista hasta junio de 2028. Durante ese tiempo ni siquiera los telescopios más avanzados podrán seguir su rastro, lo que ya ha motivado que sea el telescopio espacial James Webb el que monitorice su trayectoria desde fuera de la Tierra.
La fecha prevista para ese posible impacto, o la más que probable posibilidad de que simplemente pase de largo, está marcada ya para el 22 de enero de 2032. De caer en algún punto de la Tierra, los análisis actuales lo sitúan en una franja que se extiende desde el Pacífico Norte hasta Birmania, pasando por el norte de América del Sur y el centro de África.
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La noticia
La probabilidad de que un asteroide caiga sobre la Tierra ha aumentado por tercera vez en menos de una semana. Aún estamos lejos de lo vivido en Armageddon
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Rubén Márquez
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