Pese a que damos por hecho que Japón es un país profundamente arraigado a sus costumbres, también es una nación en la que la vanguardia y el progreso está a la orden del día. Es cuestión de tiempo que los avances en tecnología y los cambios generacionales empujen a su población a adoptar otros hábitos. Y para quienes veían en las izakayas un símbolo inamovible, ese salto hacia adelante está siendo un jarro de agua fría.
Convertida en parte de la cultura popular de Japón, y trasladada al resto del mundo como una seña de identidad a base de plasmarlas en animes, películas, o incluso aclamadas series como La cantina de medianoche que adaptó Netflix del manga del mismo nombre, la desaparición de las izakayas se antojaba como algo imposible para el país nipón. La realidad, en cambio, demuestra que es un pilar mucho menos sólido de lo que cabría esperar.
Japón ante la caída de la izakaya
Abrazado como un nexo de unión entre culturas radicalmente diferentes en el resto de ámbitos, es fácil identificar la izakaya de Japón como el reflejo del bar de tapas de España. Es el local al que acudes con amigos o compañeros de oficina a beber y comer platillos en una experiencia que ha terminado acercándose más a lo social que a los gastronómico. El lugar al que se veía empujado a ir el padre de Shin-chan al salir de la oficina y el que daba sentido a la serie Isekai Izakaya que puede verse en Crunchyroll.
Pese a su fama, a no entenderse Japón sin esas visitas hasta altas horas de la madrugada con oficinistas bebiéndose hasta el agua de los floreros, los emblemáticos locales viven uno de sus momentos más duros con el mayor nivel de quiebras de los últimos años. Si durante la pandemia se registraron 189 quiebras por razones obvias, en el año 2023 hubo 204. Durante el pasado 2024, contabilizando sólo entre enero y noviembre, ya se alcanzaban las 203 izakayas cerradas.
Es una situación que parece afectar directamente a los negocios medianos y pequeños, salvándose de ello aquellas cadenas de izakayas que, por variedad de oferta y músculo económico para sortear los muchos obstáculos a los que se enfrenta la economía japonesa, están consiguiendo mantenerse a flote mientras el resto se hunde por culpa de una tormenta perfecta.
Al salto hacia las grandes ciudades en busca de trabajo y huyendo de zonas rurales castigadas por el envejecimiento de la población se suma la inflación japonesa, el debilitamiento del yen y cómo afecta a unas importaciones que también castigan a otros locales como los de ramen, los costes de energía provocados por los conflictos europeos, y todo lo que ha traído bajo el brazo ese progreso y cambio generacional que apuntábamos al inicio.
Sumemos además, a todo eso, un entorno en el que cada vez más se abraza el trabajo híbrido y el teletrabajo, provocando que salir de la oficina para acudir a estos locales se vaya perdiendo como costumbre. O que las nuevas generaciones girando hacia la abstinencia cedan poco hueco a acudir a beber a una izakaya. O incluso el choque entre hijos, padres y abuelos que hacen que se persiga más el ambiente de un restaurante o un café que el de los locales que frecuentaban sus padres. Que de un tiempo a esta parte veamos más de esos que de las tradicionales izakayas en nuestros animes favoritos es, probablemente, el mejor ejemplo de la caída de ese símbolo.
Imagen | PixalProject en Midjourney
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Japón se enfrenta a una tormenta perfecta que está hundiendo a uno de los mayores símbolos de su cultura: la izakaya
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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