Marvel Studios logró convencerme de que Chris Evans era Steve Rogers, y que ese Steve Rogers era mi Capitán América. El carismático y abanderado líder de Los Vengadores. Años después, también supieron hacerme creer que Anthony Mackie, tras haber sido El Halcón, es tan Capitán América como su predecesor. Pero en esta nueva entrega de la interminable franquicia multitítulo de Marvel Studios, la saga parece haber perdido un poco el pulso. Capitán América: Brave New World es, por momentos, una experiencia espectacular y entretenida, pero en otras ocasiones tropieza y, puntualmente, no hay por donde cojerla.
En general, Brave New World está mejor de lo que uno podría esperar viendo los materiales promocionales. Y la verdad, es que también está bastante mejor que el resto de estrenos recientes de Marvel Studios. No es decir mucho a lo mejor, porque está muy lejos, en todos los sentidos, de los grandes pelotazos Marvel de hace unos años. Si te han dicho que se parece a Capitán América: Winter Soldier, bueno, digamos que lo intenta, pero se queda muy lejos. En general, esa es la sensación general que me ha dejado la película dirigida por Julius Onah, es un buen intento pero se queda corta en todo lo que pone sobre la mesa. Mantequilla untada sobre demasiado pan, ya sabéis.
Se nota que, pese a los múltiples reshoots (que se extendieron desde mayo hasta noviembre del 2024), Marvel ha intentado rescatar lo mejor de una propuesta que, en un inicio, parecía destinada a ser un mero trámite más dentro de la Fase 5 del UCM. No quiero ser injusto con Marvel Studios, soy el primero que entiende su actual situación, pero es innegable que Brave New World intenta recuperar el aire de aquellas grandes producciones de antaño y no lo logra.
Tal como están las cosas, a lo mejor hubiera estado bien que Marvel se mojara un poco
Esa sensación que se respiraba en The Winter Soldier, cuando el universo cinematográfico parecía tener un rumbo claro y cada película sumaba a una narrativa global con peso. Sin embargo, en esta entrega, a pesar de que se nota el esfuerzo por unir cabos sueltos de la extensa cronología del Universo Cinematográfico de Marvel, se queda muy lejos de conseguir el impacto emocional y narrativo de los grandes pelotazos de hace unos años.
La cinta, que en un principio se denominó New World Order (título que se cambió por sus connotaciones polémicas), intenta evocar un clima de tensión política y social. Sin embargo, a la hora de desplegar su discurso, resulta que Capitán América 4 se moja poco en el asunto. Mientras que la serie The Falcon and the Winter Soldier apuntaba una clara intencionalidad social al transmitir lo que significaba para Sam Wilson asumir el manto del Capitán, en esta nueva entrega se pasa de puntillas por ello.
También se pasa de puntillas sobre el papel que Estados Unidos juega en el ecosistema político y económico mundial. Es cierto que pone a una alocada criatura generadora de caos y destrucción de color rojizo en la Casa Blanca, pero tal como están las cosas, a lo mejor hubiera estado bien que Marvel se mojara un poco, como ha hecho en ocasiones anteriores. Por no mojarse ha sido capaz de eliminar toda vinculación del personaje de Sabra, Ruth Bat-Seraph, con el Servicio de Inteligencia Israelí, haciendo de este personaje una Viuda Negra de tercera regional que forma parte del servicio de inteligencia y si te he visto, I don’t remember.
Un descubrimiento que promete cambiarlo todo
Uno de los ganchos narrativos que Marvel pretende aprovechar es el descubrimiento de un nuevo metal, procedente del cuerpo de aquel Celestial congelado en el Océano Índico. No os voy a soltar todos los detalles para no arruinar la sorpresa, pero sabéis de sobra de qué metal os hablo. Basta decir que este hallazgo, que se supone revolucionará la medicina, la ingeniería, la economía y la política a nivel global, viene a ser el puente hacia la introducción de nuevos elementos en el UCM. Lástima, sin embargo, que este ambicioso cambio de paradigma se incluya en una película que, a la larga, parece que será intrascendente en el gran mosaico de la Fase 5 de Marvel.
Un ritmo entre lo potable y lo forzado
Hablando del ritmo de la película, Brave New World mantiene un compás bastante aceptable en la mayoría de sus momentos. Las escenas de acción, en general, fluyen con naturalidad y hay secuencias que resultan realmente emocionantes, como aquella batalla aérea que son los más parecido que ha hecho Marvel a Top Gun. Sin embargo, no todo es perfecto en este aspecto. La cinta tropieza en varias ocasiones con momentos y personajes metidos con calzador, insertos para maquillar cambios de última hora en el guion que surgieron durante la fase final de producción.
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La mayoría de estos tropiezos son escenas reiterativas que tratan de vincular esta nueva aventura con el resto del UCM. Y ese es otro de los grande problemas de esta aventuras: Capi 4 depende tremendamente de la película de Los Eternos, uno de los mayores fracasos de la historia de Marvel, y por otro, de la película del Increíble Hulk de 2008, y eso es un lastre porque muchos espectadores no habrían ni nacido cuando aquella película llegó a los cines.
Un espectáculo visual muy irregular
Si algo es innegable en Capitán América: Brave New World es la irregularidad de sus efectos visuales. Hay escenas que son, sin duda, un espectáculo para la vista. La coreografía de algunas secuencias de combate, la iluminación y la fotografía en ciertos momentos recuerdan a los mejores días del UCM, y son el reflejo del talento de un equipo que, en ocasiones, logra exprimir hasta el último recurso de una producción con un presupuesto reportado en torno a los 180 millones de dólares (aunque hay rumores de cifras aún mayores si se cuentan todos los extras de los reshoots).
Pero también existen momentos de sonrojo. Sonrojo nivel Hulk Rojo. El tramo final, donde se desata el caos con la aparición del temido Red Hulk, la versión gamma de Thadeus «Trueno» Ross, interpretado por Harrison Ford, peca de tener en determinados momentos una calidad visual bajísima. No deja de ser divertida de ver para los fans, pero se notan o bien las prisas o bien la falta de dinero. El que es un efecto especial por sí mismo es Harrison Ford, que con 81 tacos se come la pantalla con todo su carisma, convenciendo a todo el mundo de que le interesa lo más mínimo lo que pasa en esta película, que lo entiende o que, simplemente, está ahí por algo más que por el cheque. Bien por Harrison. Es lo que se llama tener oficio.
Para terminar esta parte técnica de la película, a lo mejor os va a parecer un detalle tonto, pero quiero destacar que la banda sonora de Laura Karpman es flojíima, y tal vez desacertada de cuantas ha tenido el Universo Cinematográfico de Marvel. No es que resulte completamente olvidable, como las de las película de Ant-Man, es que hay momentos en los que no pega ni con el pegamento de Pete Pote de Pasta (¡guiño para los marvelitas viejunos como yo!).
Ni chicha, ni limonada
Cuando se enciende la luz del cine y uno valora si quedarse a ver si hay algo al final de los créditos o irse a casa a cenar, te quedas con la sensación de que la película pudo haber dado mucho más. Es como si, a golpe de timón apresurado, la película hubiera perdido su rumbo y se hubiera conformado con ofrecer un entretenimiento decente, pero sin arriesgarse a explorar nuevas ideas o profundizar en los temas que prometía abordar.
Esta sensación se refuerza al comparar la cinta con las joyas del pasado del UCM. Si vas a ver la película, vas a pasar un buen rato, eso seguro (se nota que se ha trabajado en momentos de espectáculo y de humor característico) pero no esperes nada que se parezca a lo que hacía Marvel en 2014. Es un producto que, a pesar de tener sus momentos, se queda en el intento de recapturar la magia.
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La noticia
He visto Capitán América: Brave New World y me quedo con dos detalles: es mejor pelí de lo que esperaba, pero llega a Marvel con varios años de retraso
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Chema Mansilla
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