Cuando el día de antes estás preparándote para visitar un parque de atracciones Disney probablemente pienses en un chubasquero para las atracciones de agua, algo de comer y beber con la confianza de que no te lo quiten en la entrada y una ingente cantidad de dinero para costear el día. Pero entre lo que tú considerarías normal llevar a Disneyland, hay un generoso grupo de personas que añade un elemento adicional: las cenizas de sus difuntos.
Si bien es cierto que las leyendas urbanas que rodean a los parques de atracciones de Disney se cuentan por decenas, lo que descubrió una investigación de The Wall Street Journal sobrepasaba cualquier idea demencial que hayas podido leer en la red. El reportaje, en el que se sumaban declaraciones no sólo de los implicados en esta peculiar práctica, sino también la de los trabajadores de seguridad y limpieza que tienen que lidiar con ella, desvelaba que hay gente que utiliza los parques como si fueran un campo santo. De hecho, es más habitual de lo que podríamos llegar a pensar.
Otro tipo de viaje a Disneyland
Con localizaciones puntuales que parecen resultar más atractivas a la gente que decide esparcir las cenizas de familiares dentro del parque, estando entre las zonas más reconocibles las atracciones de Piratas del Caribe, It’s a Small World, y ganando por goleada la Mansión Encantada en un giro de los acontecimientos aún más turbio;, lo que a ojos de Disney es una ilegalidad ha terminado ocurriendo en casi cualquier sitio del parque. Ante la seguridad que impide estas prácticas, cualquier lugar que se preste a ceder un hueco se aprovecha para que los familiares puedan realizar su peculiar ritual.
Se trata de una práctica tan común que los empleados del parque incluso tienen códigos de comunicación para dar a conocer lo que acaba de ocurrir sin necesidad de captar en exceso la atención de los asistentes. De producirse en una atracción, el personal comunica el caso mediante el código «HEPA cleanup» para que uno de los empleados de seguridad acudan hasta allí para verificar que están en lo cierto.
Tras ello, automáticamente se cierra la atracción al público alegando algún problema técnico para que los servicios de limpieza puedan acudir con una aspiradora especial. Atrapando hasta las partículas más diminutas, el objetivo es recoger la mayor cantidad de restos posibles y que el parque pueda continuar con su curso habitual.
Sin embargo, detectar estas prácticas, que la propia Disney prohíbe tajantemente en sus términos y condiciones, no es fácil. Incluso las situaciones en las que la perspicacia de los empleados de Disneyland es lo suficientemente alta para detectarlos, recoger la totalidad de los restos no es una tarea que puedan confirmar nunca al cien por cien. «Probablemente tiene tantas cenizas humanas que ya ni hace gracia», compartía uno de los empleados.
Frente a declaraciones que recogen que «es una forma dulce de recordarlo», a menudo atan a la práctica el recuerdo que los familiares tenían de esa persona cuando acudían al parque y el cambio de chip que producía la visita en ellos frente a la persona cansada y agobiada por el trabajo con la que estaban acostumbrados a lidiar: «Era el papá que me compraba orejas de Mickey y se emocionaba por cada detalle. Quería quedarme con ese padre para siempre». Resulta bastante surrealista que algo como Disneyland, el lugar donde nace la magia y vive la alegría de los niños, en realidad comparta espacio con la despedida de un ser querido a tan sólo unos metros de ti.
Imagen | Bastien Nvs
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La noticia
Hay personas que además de comida llevan otra cosa a los parques de Disney: las cenizas de sus difuntos para esparcirlas
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por
Rubén Márquez
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