Es una de las grandes estrellas de la nueva Jurassic Park, pero en realidad ya lo fue hace 93 millones de años al conseguir saltarse la evolución

Es una de las grandes estrellas de la nueva Jurassic Park, pero en realidad ya lo fue hace 93 millones de años al conseguir saltarse la evolución

Apuntaba a convertirse en una de las grandes estrellas de la saga Jurassic Park tras convertirlo en el principal antagonista de la tercera entrega, pero desde entonces el Spinosaurus había quedado en un ligero segundo plano dentro de la franquicia. Curiosamente, al igual que en la saga de Spielberg, el mítico dinosaurio que pretende robar varias escenas de la nueva Jurassic World Rebirth, también ha sufrido un renacimiento fuera de ella.

La clave detrás de su recién estrenado apogeo tanto en las películas como en el panorama científico, está en cómo los últimos estudios sobre el Spinosaurus han revelado algo único sobre el dinosaurio que tiene a los paleontólogos sin saber qué pista seguir. De alguna forma, el nuevo protagonista de Jurassic World Rebirth consiguió saltarse la evolución.

El dinosaurio que debía desbancar al T-Rex

El Spinosaurus tenía tirón más que suficiente para convertirse en el gran filón de una Jurassic Park que no tardó en ver cómo la cantinela de presentar al Tiranosaurio Rex como principal peligro empezaba a agotarse. Para Jurassic Park III, buscaron un equivalente que pudiese hacerle frente, y encontraron en este terópodo, el carnívoro más grande con una altura de cinco metros, 18 metros de longitud, y 10 toneladas de peso, el rival perfecto.

La apuesta fue tan grande que hasta consiguió desplazar al Rex en el icónico logo de la película, pero el descalabro de una saga en decadencia hizo que las imponentes mandíbulas de este pariente lejano de los cocodrilos pasase a un segundo plano, volviendo a aparecer en Jurassic World y su secuela sólo como un esqueleto,  y quedando finalmente relegado a aparecer en la serie infantil de Netflix de Campamento Cretácico.

Ahora, coincidiendo con el interés generado dentro de la comunidad científica, Jurassic World Rebirth lo recupera para poner a Scarlett Johansson y Mahershala Ali en apuros con un cambio radical de perspectiva. El Spinosaurus vuelve al agua de la que nunca debería haber salido y que, precisamente por ello, tiene a paleontólogos de todo el mundo rascándose la cabeza para intentar descubrir cómo narices consiguió meterse en ella en primer lugar.

Spinosaurus

Como si la naturaleza hubiese jugado a la lotería con el Spinosaurus, el imponente dinosaurio consiguió convertirse en una especie acuática saltándose la evolución. Todo aquello que creíamos saber sobre los animales que pasaron de la tierra al mar, como en el caso de las primeras ballenas, los hipopótamos o incluso los propios cocodrilos, queda en entredicho con el caso de este dinosaurio.

El dinosaurio que se saltó la evolución

Tras vivir en el sistema de ríos que ocupaba el actual desierto del Sáhara hace más de 95 millones de años, los fósiles encontrados ponían en duda qué era realmente el Spinosaurus. Algunas pistas apuntaban a que se trataba de un animal similar al cocodrilo moviéndose entre el agua y la tierra. Otras, en cambio, apuntaban a que simplemente pasaba por allí bordeando las costas en busca de presas. Sin embargo, un análisis reciente demostraba que en realidad estaba más cerca de los pingüinos que de cualquier otro ejemplo viable. La clave estaba en su densidad ósea.

Con huesos extremadamente densos, los pingüinos son capaces de hundirse en el agua para cazar sus presas, pero en el momento en el que dejan de batir sus alas, sus propiedades hacen que salgan a la superficie. Gozar de ese tipo de huesos hace que el Spinosaurus se catalogue como un animal principalmente acuático, pero a diferencia de lo que ocurre con el ave acuática, lo que rodea al dinosaurio parece apuntar en otra dirección.

Spinosaurus Rex

La estructura de sus patas traseras, por ejemplo, indican que se trata de un dinosaurio terrestre y que, de haber seguido el curso de la evolución, deberían haber evolucionado hacia las aletas o directamente desaparecer por completo. Algo similar ocurre con su cola, que no tiene la estructura adecuada para moverse a gran velocidad en un entorno acuático, y su vela dorsal, que habría terminado siendo un impedimento para la correcta maniobrabilidad que requeriría ese estilo de caza.

Sin embargo, lo que más escama a los científicos es que no hay prueba de que el Spinosaurus haya vivido una fase de adaptación evolutiva. No hay ejemplos de que su estructura corporal se fuese adaptando de la tierra al agua pese a tener patas y resultar estas poco eficientes en tierra firme, no hay ejemplos de una adaptación en la densidad de los huesos como sí se ha visto en la evolución de especies como los pingüinos o los hipopótamos, y su mandíbula no estaba preparada para la caza en inmersión pese a que los sensores de su hocico sí ofrecían la posibilidad de detectar presas bajo el agua.

En conjunto, el Spinosaurus termina siendo un dinosaurio tan impresionante como desconcertante. Una rara avis en el mundo de la evolución que, saltándose las etapas típicas de transición evolutiva, se ha convertido en uno de esos puzles de la paleontología que tras cada nueva investigación sigue arrojando piezas y que, pese a ello, cada vez resulta más difícil encontrarles sentido.

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Es una de las grandes estrellas de la nueva Jurassic Park, pero en realidad ya lo fue hace 93 millones de años al conseguir saltarse la evolución

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por
Rubén Márquez

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