De la mano de un vídeo titulado ¿Por qué las influencers tienen dinero infinito en Zara?, la influencer Mada Mariño compartía entre sus 244.000 seguidores en Tiktok que la marca Pull and Bear, del grupo Inditex, le enviaba cada mes una tarjeta de 150 euros para gastar en sus tiendas. La polémica empieza cuando, entre bromas y sarcasmo, otras influencers se sumaban a la conversación para hacerse las sorprendidas.
A diferencia de otras como Natalia Palacios o Roro, varias influencers han salido al paso para defender la sinceridad de Mariño reconociendo que ellas también reciben ese tipo de tarjetas. Parte de la conversación giraba hacia cómo Zara no realiza este tipo de promociones, pero cómo las tarjetas de Inditex enviadas por Pull and Bear valen también en el resto de tiendas del grupo, se ha armado el belén entre las creadoras de contenido. El problema, egos de internet a un lado, es otro muy distinto.
¿Regalitos o remuneración en especie?
En un segundo vídeo mediante el que planteaba lo ocurrido y se sorprendía por la reacción de algunas de sus compañeras, Mariño certificaba que las tarjetas regalo de este estilo son una realidad: «Es una forma más de hacer un regalo a una influencer, que creo que es algo que llevamos viendo 10 años en redes sociales». Las comillas que simula con la mano a la hora de decir que son «un regalo» es donde está el quid de la cuestión. Uno que interesa especialmente a Hacienda.
Por mucho que las comillas acentúen la intención de la marca, las tarjetas regalos están consideradas por Hacienda como un ingreso en especie, y es que pese a no sean dinero en efectivo o parte de una transacción, tienen un valor económico tangible. Como tal, deben ser declaradas a la administración pública no sólo por la influencer que la recibe como una forma más de ingreso, sino también por la empresa que la envía.
Pese a que puede no haber un contrato que lo especifique, detrás de estas tarjetas hay una intención, que la influencer termine hablando de sus productos para que los envíos de más tarjetas regalo sigan llegando. Como tal, es una compensación que obliga a ambas partes a incluirlas en sus declaraciones. Una actividad que Inditex probablemente tenga más que controlada, pero que en el caso de las influencers despiertan más dudas.
No son infundadas, el año pasado las autoridades de Consumo reconocían haber detectado un incumplimiento a la hora de identificar las publicaciones con contenido publicitario con un índice del 77,75%. El problema, a grandes rasgos, no está en esos 150 euros, sino en el cúmulo de «regalos» que algunos creadores de contenido de este estilo pueden llegar a acumular. Especialmente si se convierten en algo recurrente.
Tal y como recoge el asesor de influencers Pablo Herreros, «si una marca de coches presta a un influyente uno de sus modelos, cuyo precio es de 50.000 euros, el influyente debe declarar haber ganado 10.000€ ese año por medio del uso del coche (el 20% de su valor), y en consecuencia, tendrá que pagar una cantidad que arrancará en unos 2.000€ (suponiendo que su tipo impositivo fuera del 20%), y subirá hasta el tipo que tenga esa persona en concreto con arreglo a sus ingresos anuales».
Pese a que una tarjeta de regalo está lejos de ser un vehículo de 50.000 euros, sigue siendo una retribución en especie. La posibilidad de anunciar en las fotos y vídeos que hay un regalo de por medio, en vez de una colaboración pagada, dibuja una fina línea respecto a la fiscalidad de estas estrategias que, muy probablemente, no tardarán mucho en volver al debate público.
Imagen | Tamara Bellis
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La noticia
Las tarjetas de regalo de 150 euros de Zara han desatado una batalla entre influencers, pero la guerra en realidad es con Hacienda
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Rubén Márquez
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