Se había convertido en el Santo Grial de la franquicia de Activision. El juego que los fans de Call of Duty esperábamos con toda la ilusión posible y el que, en cierto sentido, debía arreglar la decepción que causó el último Modern Warfare III. El retorno a los orígenes se antojaba imprescindible para demostrar que, de la mano del multijugador, la campaña y el modo zombis, Call of Duty: Black Ops 6 podía convertirse en el juego más grande y completo de la franquicia. Si ha cumplido o no con esa promesa, es algo que vamos a repasar en este análisis.
Prometía ser la gran estrella de los lanzamientos de Microsoft de este año y, con permiso de Indiana Jones, el juego destinado a impulsar el negocio de Game Pass. No creo que esté lejos de errar el tiro porque, incluso en mi caso, se ha convertido en la excusa para que siga pagando religiosamente mi suscripción para poder seguir jugando semana tras semana a un multijugador que me ha parecido soberbio a todos los niveles. Me parece importante empezar este análisis con esa nota positiva porque, en realidad, es el único de los tres modos donde creo que esa promesa de volver a los orígenes se ha cumplido a pies juntillas.
Una campaña que tropieza al mantener el ritmo
Pero empecemos primero por la que ha sido mi puerta de entrada a Call of Duty Black Ops 6 porque, siguiendo la tradición que empezó desde aquél glorioso Modern Warfare, la campaña es siempre el pistoletazo de salida perfecto para ver cómo ha evolucionado cada entrega antes de sumergirme en todo lo demás.
Abandonado el desastre que proponía el anterior título con una premisa que no tenía ni pies ni cabeza, y que quedaba muy lejos de aquella experiencia cinematográfica y trepidante que proponían los clásicos, la mayoría de fans de Call of Duty confiábamos en que Black Ops 6 diese un giro de 180º a esa estrategia. Cuando lo hace, cuando ata un tiroteo con una escena de acción de las de quitar el hipo, esta campaña es capaz de trasladarnos diez años atrás para gritarnos a la cara que CoD ha vuelto entre guitarras eléctricas y baterías interpretando el rock más cañero posible.
Es la enésima muestra de que este estilo de FPS puede gustar más o menos entre el público, pero a los que apela, a quienes esperamos año tras año descubrir qué nueva fantasmada se han sacado de la manga, esos tiroteos, explosiones y secuencias sacadas de una película de Hollywood, son como música para nuestros oídos.
El problema es que en cierto punto Activision escuchó de más a quienes no han disfrutado de un Call of Duty en su vida e inundaban las redes sociales diciendo que cada año era lo mismo. Pese a seguir siendo una franquicia única en el mundo del videojuego, una rara avis en la que no hay otro juego capaz de hacerle frente en ese terreno palomitero que con tanto ahínco y entusiasmo ha conseguido dominar, alguien con corbata decidió que esta franquicia debía ser algo más para intentar arrastrar a más público.
El resultado de ese empecinamiento se resuelve en que la campaña de Call of Duty: Black Ops 6 son en realidad dos. Una de ellas es la que hemos comentado, consciente de cuál es su potencial y experiencia para ofrecer niveles lo más trepidantes y satisfactorios posibles. La otra, en cambio, es un innecesario giro que, bajo la bandera de aportar variedad y querer ser algo más que una sucesión de fantasmadas, ha convertido ese vertiginoso ritmo en una montaña rusa en la que todo lo que sube baja constantemente. Cuando está arriba es brutal, pero cuando baja hace que se convierta en algo tremendamente soporífero.
Call of Duty nunca ha necesitado árboles de conversación, ni recorrer niveles en interminables paseos en busca de cuatro tarjetas de colores para poder saltar a la siguiente sección, ni ha optado por el sigilo de tener que esconderte tras una cortina para aniquilar enemigos hasta dejar una absurda montaña de cadáveres como única opción, ni minijuegos de ganzúas o puzles en los que sumar y restar objetos para conseguir la combinación de una caja fuerte.
Son novedades que rompen el ritmo, no aportan absolutamente nada a la experiencia general y, desde luego, están lejos de aspirar a ser un referente entre esos géneros e ideas como sí lo hace cuando se embriaga entre tiroteos. Si me perdonáis el símil, es como pasarte la vida queriendo ser policía y de repente tener que lidiar con controlar el tráfico en el paso de cebra que precede a las puertas de un colegio.
De hecho, esconde algo aún más preocupante que una pérdida de personalidad que le hace un flaco favor. La estrategia de tenerte de aquí para allá completando tareas como si estuvieses en un RPG, hablando con gente o soltándote en un mundo abierto en el que puedes completar objetivos, puede parecer una jugada ambiciosa y revolucionara a ojos de algunos. En realidad se siente como una excusa para estirar un chicle que, pese a quedarse entre unas 6 o 7 horas, termina oliendo a una forma de hacer más con menos.
En cualquier caso es un giro comprensible en su intención de llegar a algo más que el «nicho» de los que ya éramos fans desde hace años y que, salvo cuando se le ve a la legua la intención de alargar por el mero hecho de hacerlo, es comprensible que haya jugadores que terminen disfrutando la experiencia como un todo. Yo lo he hecho, pese a las quejas, pero no es menos cierto que gran parte de lo que propone no es a lo que he venido y que, en esencia, hay juegos ahí fuera que demuestran hacerlo mucho mejor.
Unos zombis muy disfrutables, pero menos inspirados
Algo similar ocurre con el modo zombis de Call of Duty Black Ops 6, pero es justo reconocer que ese giro que propone acordándose en exceso de la experiencia de Warzone chirría bastante menos. Con mapas cerrados, entretenidos huevos de pascua para llegar al jefe final de los dos escenarios incluidos, y el retorno de las rondas como gran aliciente en esa mirada al pasado, es difícil no salir de él con una sonrisa pese a que, en términos generales, también hay algo de agridulce en su propuesta.
Juntarte con amigos en busca de alcanzar la ronda más alta mientras intentáis resolver los misterios que esconde cada mapa sigue siendo una gozada y, sorprendentemente, es una fórmula que funciona a las mil maravillas y sigue manteniendo una curva de dificultad increíblemente bien medida en la que, incluso jugando en solitario, disfrutar de esa tensión a base de zombis y bestias de ultratumba arrinconándote en un pasillo del mapa es de lo más satisfactorio.
Funciona porque la fórmula es intachable. Pero de la misma forma es innegable reconocer que, mediante esa inevitable mirada al pasado de quienes hemos invertido cientos de horas en los modos zombis anteriores, en esta ocasión han estado mucho menos inspirados a la hora de esconder ese reaprovechamiento de ideas heredado de Warzone.
El resultado es una mezcla en la que la esencia de los zombis, la posibilidad de enfrentarte a mapas completamente imprevisibles cargados de detalles, queda demasiado diluida como para querer salir de aquí aplaudiendo hasta que te duelan las palmas de las manos.
El primero de ellos, llamado Liberty Falls está a kilómetros de la originalidad y sensación de querer romper con todo lo demás que sí vimos en ejemplos anteriores de la mano de genialidades como el Mob of the dead que nos llevó hasta una Alcatraz en la que sus secretos se contaban por decenas, el Shadows of Evil que nos transportó hasta una ciudad tan grande que hasta necesitabas un tren para poder escudriñarla al máximo, o una genialidad como la de Buried que te hacía viajar en el tiempo hasta un salvaje oeste oculto en una cueva.
Nunca ha sido un tema de tamaño, sino de personalidad, de la sensación de estar ante algo que hace todo lo posible para resultar disruptivo y trasladarte a otro mundo en el que los zombis no sólo son los absolutos protagonistas, también son la excusa para crear una historia y escenarios rompedores alrededor de ellos.
Dicho de otro modo, es innegable que aquí el diseño jugable está a la altura de lo que podríamos pedirle, pero el diseño artístico y la originalidad palidecen ante lo que Treyarch y Raven han entregado en otras ocasiones en las que, sin duda alguna, estaban mucho más inspiradas.
El mejor multijugador de Call of Duty en años
Por suerte no es todo quejas en lo que respecta a Call of Duty: Black Ops 6 y, en todo lo que gira alrededor de su multijugador, no puedo hacer otra que cosa que quitarme el sombrero. Para quienes pasamos un año entero exprimiendo aquél juego hasta la saciedad, saltando de prestigio en prestigio y completando desafíos para desbloquear tarjetas de visita, es lo más parecido a Black Ops 2 que nos ha entregado la franquicia en más de una década.
El retorno hacia los mapas de tres carriles, convertidos en una ratonera en la que los enfrentamientos de ambos grupos tiran de épica, hacen un excelente trabajo frente a los camperos y crean encontronazos absolutamente sublimes.
La vuelta de ideas como las tarjetas de bonificación para llevar la personalización de nuestra clase un paso más allá es una gozada. Y su trabajo alrededor de desafíos y retos que te empujen a querer desbloquearlo todo, ya sea mediante las tarjetas de visita o con el prestigio, es la garantía con la que el juego me va a tener enganchado durante meses.
Pero esa es mi opinión y, por suerte para quienes busquéis una segunda, no es la única con la que os vais a encontrar aquí. Con un análisis hecho a dos manos junto a mi compañero Mario Gómez para poder traer nuestras impresiones con el juego lo antes posible, os dejo a continuación cuáles han sido sus sensaciones con el multijugador y con todo lo relativo a la parte más técnica de Call of Duty: Black Ops 6.
Con el movimiento omnidireccional por bandera
Ni que decir tiene que el multijugador de Black Ops 6 es en realidad el plato principal para muchos, y si bien la valoración general es tan positiva como era de esperar de una franquicia tan veterana y conocida como esta, también es importante ajustar cuentas con algunos aspectos que resultan algo divisivos o que no funcionan tan bien como deberían. Yendo por orden, la primera cuestión es el nuevo sistema de movimiento omnidireccional.
La saga Call of Duty lleva unos años batallando entre dos corrientes muy distintas entre sus fieles: unos quieren mantener el estilo semi realista, pausado y con los pies en la tierra de los primeros juegos; mientras que otros se contentan con la idea de expandir hasta el infinito el techo de habilidad del multijugador implementando técnicas de movimiento complejas y llenas de matices.
Creo que sobre el papel al menos, el movimiento omnidireccional está bien planteado: no es tan radical como los jetpacks o la gravedad cero con la que experimentaron otros títulos, pero sí es una capa de profundidad adicional que sin duda algunos lograrán exprimir a lo grande. A grandes rasgos, por si no estabas al día aún, consiste en permitirte esprintar, deslizarte o hacer un cuerpo a tierra no solo en la dirección en la que está mirando tu personaje, sino en 360 grados.
Una iniciativa que rompe muchas barreras y que, en la práctica, te da libertad total para apuntar incluso con la espalda en el suelo. Es algo así como el punto medio definitivo entre las preferencias de unos y otros, pero entiendo que aun así más de uno sienta algo de rechazo porque en la práctica sigue traduciéndose en que la gente tiene más recursos para acercarse a ti deslizándose mientras disparan de manera impredecible. Pero, ¿es satisfactorio a la hora de jugar?
Casi siempre, sí. Debes saber, sin embargo, que Black Ops 6 activa por defecto muchas opciones del menú de controles que hacen que la acción se sienta muy vertiginosa desde el primer minuto. Por ejemplo, una de ellas hace que mantengas el ímpetu del sprint incluso después de ciertas acciones como deslizarte, y el resultado se hace demasiado artificial. Afortunadamente esa clase de cosas pueden desactivarse a mano pasando unos minutos en los menús, pero es importante tener en cuenta que existen y vienen encendidas.
Otra cuestión que contribuye a la sensación de que lo nuevo de Treyarch va demasiado deprisa es el hecho de que los mapas de lanzamiento son algo pequeños—12 normales de 6 vs. 6, más 4 de asalto que también se pueden jugar en 2 vs. 2— para la movilidad que tenemos estos días. Habrá que ver cómo se adaptan aquellos que lleguen en el futuro como parte del servicio postlanzamiento (p. ej. Nuketown está confirmado para el 1 de noviembre) pero en redes es fácil encontrar opiniones que apuntan en la misma dirección: hace falta un poco más de espacio.
Más allá de la acción, Black Ops 6 tiene alguna de esas «pequeñas grandes novedades» como el modo debutante Orden de Caza, en el que cada bando tiene un VIP: ataque y defensa simultáneo. A estas alturas, los fans de CoD se imaginarán que eso no es nada especialmente fresco; pero sí que es una idea bienvenida que encaja bien con el resto de ofertas tradicionales del buscador. Y también llega una característica mucho más interesante, que es el regreso al prestigio antiguo.
Ahora tienes la friolera de 1000 rangos de prestigio para perseguir, lo que probablemente te lleve muchas horas; pero durante los diez primeros se reinicia casi todo lo que has obtenido —salvando únicamente el nivel de las armas— y te toca usar ciertas fichas para mantener algún desbloqueo clave de tu elección que te resulte útil para el siguiente recorrido. Lo bueno es que las recompensas cosméticas por hacer esto son interesantes: consigues algo de representación al lado de tu nombre, e incluso medallas de juegos anteriores de la saga.
Fallos técnicos que afean el lanzamiento
Durante la redacción de este análisis, hemos trabajado tanto con la versión de PC como con la de Xbox Series X. Y aunque estamos generalmente contentos con ambas, porque es un motor gráfico que Activision ya tiene bastante controlado, existen algunos aspectos que podrían haber salido mejor. Algunos de ellos están en la línea de lo que uno se espera de los primeros días de cualquier lanzamiento online grande, mientras que otros son algo más preocupantes porque conciernen al rendimiento durante la partida.
Por ejemplo, los primeros compradores de Black Ops 6 habrán observado que los problemas de conexión abundan, algo que no es de recibo pero que más o menos se puede comprender; pero cuando te devuelven al menú principal por algo relacionado con la conectividad mientras estás jugando la campaña individual no sienta muy bien. De manera similar, la aplicación de Call of Duty da problemas a veces y nos hemos visto cruzando los dedos para que no se cuelgue al seleccionar nuestro juego y modo. O al entrar en matchmaking.
Imaginamos que todo eso se corregirá con la llegada de los primeros parches, pero desde luego, no es la mejor manera de arrancar un juego con precio triple-A. El rendimiento, por su parte, es algo delicado también: generalmente Black Ops 6 opera dentro de lo esperable (en la línea de sus predecesores) y no debería resultarte demasiado difícil conseguir 60+ FPS en un equipo intermedio. Pero las opciones de escalado de resolución no funcionan bien desde el primer día.
Que esto se estrene con DLSS, FSR 3, XeSS y más opciones sería fantástico si todas ellas funcionasen como es debido, pero no es el caso: a menudo, sale más a cuenta correr el juego en resolución nativa. La ganancia es mínima, aunque es probable que se deba a alguna clase de bug que debería corregirse en el futuro. Tómatelo como una advertencia, especialmente si dependes de esta clase de medidas para conseguir una tasa de fotogramas aceptable.
Call of Duty: Black Ops 6 sabe brillar cuando toca
Aunque estamos a kilómetros del jarro de agua fría que supuso la anterior entrega, es inevitable salir de Call of Duty: Black Ops 6 con una sensación un pelín agridulce. Pese a demostrar que no tiene rival en lo que respecta a su multijugador, un contenido con la calidad, tamaño y novedades revulsivas como para convertir al modo en el GOTY de su categoría, la pérdida de identidad es probablemente lo que más daño le ha hecho en conjunto. Por suerte, cuando se olvida de los experimentos hace un trabajo formidable a la hora de engancharnos a una propuesta que, de la mano de tres modos igual de disfrutables, brilla con una luz especial con un multijugador imprescindible.
Es innegable que los grandes momentos que sí tiene la campaña pese a sus tropiezos de ritmo, el enganche que propone el progreso en el modo zombis más allá de superar sus principales huevos de pascua, y el formidable trabajo que se ha hecho a la hora de reinventar el movimiento de un multijugador que mira al pasado para alcanzar la excelencia, es razón más que suficiente para querer perderse en Call of Duty: Black Ops 6 por una larga temporada. Yo, desde luego, me veo enganchado tanto a los zombis como a su multijugador durante mucho tiempo.
El mejor multijugador en más de una década
Call of Duty: Black Ops 6
Por:
Rubén Márquez
El retorno a los orígenes de Call of Duty: Black Ops 6 no cumple con creces a todos los niveles, pero allí donde lo hace demuestra ser una absoluta genialidad de la que es difícil despegarse. Con una campaña cuyo ritmo decae en demasiadas ocasiones y unos zombis tan válidos como poco inspirados, la papeleta termina salvándola un multijugador en el que no sólo no hay ni una pega que ponerle, sino que también se las apaña para transportarnos hacia el pasado a la época en la que Call of Duty era el rey absoluto en este segmento.
Su giro hacia las historias de espías más pausadas le hace un flaco favor al ritmo de la campaña.
Los zombis y su retorno a las rondas siguen siendo igual de divertidos y adictivos.
El multijugador se rodea de novedades e ideas clásicas en un cóctel absolutamente impresionante.
El trabajo a nivel técnico hace que incluso ordenadores de gama media lo muevan a 60 fps.
Entre lo que ya ofrece y lo que llegará en el futuro, está claro que va a ser la gran estrella de Game Pass.
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La noticia
Había tres promesas que esperábamos con toda la ilusión, pero sólo se ha cumplido una. Análisis de Call of Duty: Black Ops 6
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Rubén Márquez
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