Si ahora te digo que pienses en un fantasma, es muy probable que te acerques a la idea de un espíritu flotando y semitransparente, tal y como ocurría en la película de los Cazafantasmas. Pero lo cierto es que la idea del espectro no siempre fue así, y han sido los últimos años los que han introducido ese concepto en la cultura popular hasta barrer a todos los que había hasta entonces.
El giro que ha dado la idea del fantasma en nuestra cultura es especialmente peculiar porque, pese a que la idea ya se materializaba de forma similar en escritos antiguos, donde se escribía sobres personas flotando como si fuesen una sombra, en realidad la popularización de esa imagen del fantasma se la debemos a la tecnología moderna. En concreto, a un invento del año 1797 llamado Phantasmagoria.
Los 3 Reyes Magos como origen de la aparición
Para encontrar las primeras representaciones de fantasmas, entendiendo por ello la aparición de algo ya desaparecido que vuelve a la vida para alertar o captar la atención de familiares o conocidos, en realidad hay que ir muy atrás. Más allá del folklore propio de cada comunidad, la idea ya aparecía en textos como los de Virgilio del Imperio Romano o La Odisea de Homero en el siglo VIII a.C.
Ya en aquellos escritos se hablaba de la idea de fantasma como representación de un ser querido volviendo a la vida como una sombra o un ser capaz de flotar, pero siempre lo hacían como algo corpóreo. Había una fisicalidad capaz de ser arrastrada por el viento que, sumada al mito del zombi derivado de la catalepsia o el coma, condiciones capaces de simular el deceso cuando en realidad la persona estaba viva, terminaron arrastrando el concepto hasta la idea de un ser corpóreo que volvía del más allá.
Para acercarnos a la idea de la aparición fantasmal toca ir un poco más adelante, en concreto al uso del término en una traducción del año 1520 al hablar de cómo Los 3 Reyes Magos se materializaron ante el niño Jesús. A partir de entonces, el concepto de aparición empezó a utilizarse para dar nombre a aquellas sombras que derivaron en los fantasmas que hoy en día conocemos.
La clave de esa transformación, heredada de la literatura del 1600, cuando la aparición empezó a convertirse en sinónimo de fantasma, se la debemos en realidad a los primeros pasos en el albor de la fotografía antes de que se inventase la tecnología. Fue alrededor del 1797 cuando empezaron a cobrar fama una serie de espectáculos llamados Phantasmagoria.
De la Phantasmagoria a los Cazafantasmas
Los espectáculos de Phantasmagoria implicaban encerrar a los espectadores en una habitación oscura en la que se proyectaban imágenes de monstruos y espíritus sobre una pantalla traslúcida. Al estar proyectados en el aire y resultar semitransparentes por la tela que servía de pantalla, la idea de los fantasmas como un espíritu flotante empezó a colarse en el imaginario colectivo, dejando con ello la norma general que hacía referencia al mito del muerto viviente que se levantaba de su lugar de descanso de cuerpo presente para atormentar a sus allegados.
Hasta ese momento, la idea del fantasma era la de un ser físico que requería que se le abriesen las puertas para poder entrar y que, por descontado, no podía atravesar paredes. Otro añadido con potencial para cambiar aún más el imaginario colectivo hasta alcanzar el estilo que hoy le atribuimos a la ciencia ficción y el género del terror.
Con la llegada de la fotografía, en un momento en que realizar aquellas instantáneas era especialmente complicado por el tiempo que requerían las cámaras para captar la imagen, el sujeto debía permanecer inmóvil durante mucho tiempo para evitar que la imagen saliese distorsionada. Es la razón por la que en aquellas imágenes difícilmente verás a alguien sonriendo, ya que aguantar la mueca de forma inmóvil durante varios minutos era mucho más difícil.
Si en algún momento del proceso uno de los sujetos se movía o desaparecía de escena, la imagen quedaba emborronada dando la sensación de que ahí había algo que había desaparecido. Mostrando una silueta semitransparente perfectamente reconocible, la moda de la Phantasmagoria provocó que los fotógrafos convirtieran aquellos fallos en un negocio de lo más lucrativo.
Con la venta de aquellas imágenes distorsionadas bajo la premisa de que en ellas aparecían fantasmas, el concepto se fue ampliando y, con ello, la idea del fantasma como un ser transparente se convirtió en canon. De la mano de aquella influencia, el éxito del Cuento de Navidad de Charles Dickens en 1843 terminó de cerrar el círculo al unir, en cierto sentido, la religión de la aparición de Los 3 Reyes Magos con lo que luego tomarían como referencia los Cazafantasmas.
Imagen | Nina-no
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De los Reyes Magos a los Cazafantasmas. Cómo la tecnología hizo que los fantasmas dejaran de ser zombis para convertirse en espectros
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Rubén Márquez
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