Incluso si llevas años alejado de World of Warcraft es difícil que seas indiferente al devastador arranque de The War Within, la décima expansión de WoW que llega con grandes promesas bajo el brazo y el firme objetivo de contar la mejor y más épica historia de toda la serie para conmemorar los 20 años de vida de este ya legendario MMORPG. Blizzard va a por todas desde el primer minuto. No solo (aparentemente) vaporiza trágicamente a uno de los héroes más grandes de Azeroth sino, que además, se carga también una de sus ciudades más icónicas. Y sin darte cuenta, ahí estás tú, entre sus ruinas luchando contra interminables hordas de nerubianos… y por supuesto también, por la propia salvación de este increíble mundo de fantasía. Vuelve la épica y el tono cataclísmico del mejor WoW, pero lo hace además de forma brillante, poniendo el foco no tanto en las grandes batallas como sí en los héroes más reconocidos de este universo. Y como resultado tenemos una de las mejores expansiones del juego hasta la fecha.
La campaña principal es más corta que otras en World of Warcraft, o más bien es mucho más directa, lo que favorece que todo vaya más fluido; que apenas haya momentos de calma porque si no estás masacrando enemigos, andas explorando nuevos e imponentes escenarios en busca de más monstruos temibles a los que derrotar. Todo ello salpicado con una buena ración de escenas épicas y memorables al estilo WoW, aunque con la mirada puesta especialmente en los protagonistas de la historia a los que se le presta mucha atención en la abrumadora cantidad de misiones secundarias con las que nos recibe The War Within. ¡Hay muchísimas! Y si bien es cierto en su mayoría vas a acabar haciendo lo de toda la vida, cada poco, te vas encontrando con misiones que tocan la fibra sensible; que saben sorprender y que muestran el lado más humano de los habitantes de Azeroth.
Lo tiene todo para traer de vuelta a aquellos que abandonaron Azeroth tiempo atrás
Hay una, por ejemplo, que nos pide acompañar a un Terráneo en los últimos instantes de su vida y es tan trágica pero a la vez hermosa que es difícil de olvidar. El juego está cargado de momentos así. De misiones que se olvidan por un instante de la lucha para mostrarnos la vida de la gente en ese entorno hostil. Jugar con unos huérfanos antes de una gran batalla, o simplemente sentarte a cenar con una familia ofrecen algunos de los momentos más memorables y atractivos de la expansión, lo que habla muy bien de la destreza de Blizzard a la hora de construir una historia digna de ser recordada.
WoW viaja a las profundidades de la tierra
La región de Khaz Algar se erige aquí como uno de los escenarios más únicos y sorprendentes de toda Azeroth, con cuatro zonas totalmente distintas entre sí que demuestran de nuevo la maestría de los artistas de Blizzard. Es alucinante cómo después de todos estos años siguen sorprendiéndonos con escenarios que dejan sin habla, regalándonos de paso uno de los momentos «guau» más potentes del año justo cuando descubres ante ti Santificación. Simplemente espectacular. Hay que vivirlo. Pero más allá de los gráficos y del magistral diseño de escenarios y personajes, y aunque esta expansión de WoW no llega acompañada de una gran novedad que lo cambie todo al estilo del genial vuelo libre en Dragonflight, sí que pega un paso de gigante en lo que se refiere a facilitarle la vida a los jugadores más dedicados.
Tan importante es este avance que ahora es difícil entender cómo hemos vivido sin él todos estos años
Tan importante es este avance que ahora es difícil entender cómo hemos vivido sin él todos estos años. Porque hasta ahora siempre ha sido algo tedioso subir de nivel a varios personajes en una misma cuenta. Repetir misiones, amasar oro y equipo, pelear y pelear en las mismas batallas… no era divertido, no. Ahora, sin embargo, casi todo se comparte por lo que tus progresos con tu héroe principal afectarán al resto de personajes de tu cuenta y viceversa. Dinero, reputación, coleccionables y monturas, ¡todo! Blizzard lo ha hecho tan bien que hasta los cosméticos que recibes en una raid y no son para tu clase te los dan igualmente para que los uses con el resto de tus personajes. Como digo, esto lo cambia todo. Ya no es un suplicio volver a empezar. Ya no duele tanto ponerse a repetir misiones diarias para ganar reputación pues beneficia a todos tus personajes.
Así es más fácil dejarse llevar y jugar todas y cada una de las secundarias con las que te cruzas en tu camino pero… ¿qué tal la progresión? ¿Cómo ha cambiado el día a día en World of Warcraft? Una de las quejas recurrentes ha sido desde los tiempos de Legion (2016) que una vez completas la historia entras en un bucle sin fin de repetir misiones diarias y mazmorras míticas para conseguir el mejor equipo. Esto se mantiene, pero Blizzard ha sumado a la fórmula un nuevo desafío pensado especialmente para aquellos que prefieren ir por libre sin necesidad de depender de otros jugadores. Se trata de Las Profundidades de la brecha, una serie de mazmorras con hasta 11 niveles de dificultad que puedes completar en 10-15 minutos acompañado de un personaje especial, en esta temporada Brann Barbabronce, que puede desempeñar las funciones de atacante o sanador mientras aprende nuevas habilidades, y tú mismo equipas con gadgets únicos que encuentras como recompensa en estos mismos escenarios.
Estas mazmorras no son tan impactantes ni originales como las de toda la vida, pero siempre buscan el giro de tuerca para que no todo sea matar y matar. Lo es, claro; pero tal vez te toque pelear bajo el agua y por tanto tendrás que buscar oxígeno, o puede que necesites de una habilidad única para activar ciertos mecanismos sin los cuales, el veneno que te rodea terminará matándote. La premisa es buena, con ciertos elementos roguelike muy en la línea de lo que ya vimos en Torghast durante la expansión Shadowlands. Hay enemigos especiales y cofres ocultos con recompensas temporales en forma de habilidades y ventajas únicas que activará nuestro aliado de forma aleatoria, bajo ciertas condiciones. Y es algo que se va volviendo más necesario a medida que subes la dificultad, actualmente bloqueada en cuatro. ¿Están bien estos retos? Sí, pero con matices.
La acción aquí no es tan estimulante ni visualmente tan espectacular como lo es en las mazmorras tradicionales, volviéndose algo repetitivas y tediosas una vez has superado varias de estas. Con amigos la cosa mejora, pero tampoco mucho; y si el plan inicial era crear un contenido endgame para jugadores solitarios… vaya, que hay margen de mejora. Otra historia son las mazmorras de toda la vida, que vuelven a sorprender por la escala e intensidad de las batallas a las que nos enfrentan. Hay una en concreto que nos lanza al campo de batalla desde barcos voladores en un entorno tan hostil que te mata si sales de la luz, y es una pasada, con un par de combates super difíciles que son francamente estimulantes. Por supuesto también hay lugar para el humor, como la cervecería en la que se han atrincherado un grupo de goblins, pero el tono general de esta expansión es bastante dramático, y es algo que se ve reflejado en sus escenarios.
Blizzard se supera
Desde el primer minuto se notan los esfuerzos de Blizzard por hacerte partícipe de una historia que por primera vez en el universo World of Warcraft abarca tres juegos. Su Worldsoul Saga tiene un arranque devastador, y tras finalizar esta primera campaña, asienta los cimientos de un conflicto que lo tiene todo para traer de vuelta a aquellos que abandonaron Azeroth tiempo atrás. Es como decía una historia que se vuelca en los personajes y que nos regala un buen puñado de momentos icónicos con los que es difícil no emocionarse. Cierto es que si lo tuyo es la Horda te vas a sentir algo desamparado, pues casi todo el peso de la historia recae en los héroes de la Alianza; pero incluso así, es muy disfrutable pues todo gira en torno a esta nueva amenaza.
Khaz Algar se divide en cuatro grandes zonas: una en la superficie, tres bajo tierra
No hay una desconexión entre lo que ocurre en una u otra región de Khaz Algar. Todas las historias van en la misma dirección y se entrelazan con maestría. Lo mismo ocurre con las mazmorras, que están más ligadas que nunca a ese trasfondo argumental, lo que siempre se agradece. Incluso se han potenciado las llamadas gestas, esas misiones al estilo raid en las que te acompañan los protagonistas de la historia, en lugar de jugadores. Blizzard lo ha dado todo para construir un escenario de juego increíblemente bonito, sí, pero también con un diseño que recuerda los mejores tiempos de WoW. En Azj-Kahet, por ejemplo, nos encontramos con una ciudad nerubiana que recuerda a la mítica Suramar: puedes moverte por ella pero también hay enemigos, guardias que pueden echar por tierra tus avances, y las propias mazmorras que se integran en este mismo mapa.
Lo decía antes. Es sorprendente la capacidad de Blizzard para crear escenarios tan espectaculares y bellos como los de esta expansión. «Es algo que no podíamos hacer en el pasado», llegaron a decir semanas atrás al hablar de la magnitud de este nuevo mundo subterráneo. Y no es para menos. Cada uno de los cuatro mapas se siente único, y hay pocas experiencias más gratificantes que viajar a través de todos ellos a lomos de tu montura voladora sin ninguna pantalla de carga entre medias. Baja y bajas hasta el mismísimo corazón de Azeroth, y no haces más que maravillarte con las vistas. Y ojo a la banda sonora, porque está a un nivel altísimo; junto al fantástico doblaje al español.
Decía antes que no había una gran novedad de peso en esta expansión y es cierto, lo que no significa que no vayas a encontrar nada nuevo. En esta ocasión tenemos un nuevo árbol de habilidades heroico que se activa de los niveles 70 a 80, permitiéndonos personalizar algo más a nuestro avatar. No mucho, a decir verdad, pues no hay muchas opciones para cada clase de personaje, y las que hay, normalmente son efectos secundarios para habilidades ya conocidas en lugar de incorporar mecánicas de combate adicionales. Por otro lado, si lo tuyo es el PvP, por cierto, te alegrará saber que al fin tenemos un nuevo campo de batalla (no lo había desde 2018), con un diseño simple pero apostando por la verticalidad para que la acción no decaiga ni un instante.
El corazón de Azeroth
World of Warcraft: The War Within
Por:
Alberto Pastor
En definitiva, y sin romper el molde , Blizzard nos ha dejado con una de las mejores expansiones en la historia de World of Warcraft. El nuevo mundo al que nos transporta The War Within es fascinante y tiene la capacidad de sorprender una y otra vez a medida que desciendes a las profundidades de Azeroth. La historia es de las buenas, de las que atrapan y emocionan; y si bien las misiones son las de toda la vida, se notan los esfuerzos de Blizzard por hacer que masacrar monstruos y buscar objetos perdidos sea una experiencia ágil y divertida. Con un gran diseño de mazmorras para grupos y un buen puñado de combates memorables contra jefazos, si sientes cierta nostalgia por volver a WoW, aquí tienes la mejor excusa posible.
La campaña es más corta, pero también está más cohesionada y es mucho más intensa
Una expansión sin novedades significativas, pero con un diseño que recuerda al mejor WoW
Las Profundidades en la Brecha son la respuesta de Blizzard al fan que quiere contenido endgame en solitario
Casi todo lo que hagas ahora se comparte con el resto de personajes de tu cuenta. ¡Al fin!
Blizzard se supera una vez más creando uno de los escenarios más sorprendentes y únicos de Azeroth
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La noticia
The War Within me ha recordado por qué adoro WoW. Análisis de la nueva expansión de World of Warcraft
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3DJuegos
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Alberto Pastor
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