Esta semana, Gunfire Games (los veteranos tras Darksiders) lanzan el tercer y último contenido descargable de su estupendísimo RPG de acción Remnant 2. Se llama The Dark Horizon, y nos devuelve al mundo de N’Erud revisado de arriba abajo con una nueva historia más un generoso lote de novedades gratuitas como parte de la actualización de acompañamiento. Aunque este no sea un análisis al uso, te adelanto que llevo jugándolo unos días y está genial.
A estas alturas, Remnant 2 está lo suficientemente establecido como IP como para que sus desarrolladores hagan cosas cada vez más frescas e interesantes: algunos personajes nuevos se sienten únicos y misteriosos, el entorno en el que tiene lugar la nueva aventura —que también se puede integrar en la campaña de manera procedimental, por supuesto— es más alienígena que nunca. Ya solo el diseño de sonido de los enemigos es un acierto enorme.
Te puedes hacer a la idea de que me está gustando mucho, vaya, y solo puedo recomendarte tanto el juego base como sus DLC: sería una pena que Remnant 2 se te pasase por alto únicamente porque no hace más ruido en redes. Dicho esto, sí que tengo la sensación de que Gunfire nunca ha terminado de corregir la única gran pega que le puse a la secuela el día de su análisis: es demasiado austera.
La magia de Remnant 1 era su generosidad
En el 2019, Remnant: From the Ashes (el original) me enamoró por muchas razones, y una de ellas era lo interesante que era montarse una build nueva. Había un montón de anillos, amuletos, conjuntos de armadura con habilidades curiosas y armas con mods únicos; y como no existía ninguna clase de restricción a la hora de equiparse objetos, pues en unos pocos clics podías prácticamente inventarte una clase nueva para jugar con lo que tenías.
Como RPG de acción, me lo paso bien cuando me dan herramientas para especializarme en cualquier dirección
La secuela también es bastante flexible, ojo, pero se lo toma con mucha calma antes de darte armas especiales; los conjuntos de habilidades de las armaduras se han ido y en su lugar tenemos otros sistemas con mejoras porcentuales pequeñas «à la Diablo» y la chatarra que hace las veces de moneda in-game sigue siendo increíblemente escasa: mejorar las armas lleva mucho tiempo, y creo que este es el tipo de juego que divierte más cuando vas cambiando piezas todo el rato.
Es verdad que existen ciertos matices ahí. Por ejemplo, puedes revertir las mejoras de un arma para que te devuelvan los materiales y gastar estos en otra que te guste más en ese momento. Y el nuevo sistema de prismas que Remnant 2 introduce gratuitamente en paralelo a la llegada de The Dark Horizon está muy bien porque te permite reconfigurar las mejoras que quieras en cualquier momento: ¿quieres hacer un personaje de escudo? Pues eso te da el escudo para empezar. Fácil.
Vamos: se han tomado medidas para arreglar la dirección general del juego, que es la de «vas a tener que emplearte a fondo para tener un buen arsenal». No es que el primer juego te lo pusiese fácil, al contrario; pero era una dificultad puramente mecánica. De luchar con los jefes, sobre todo. Y cuando te daban una pistola que plantaba tentáculos en el suelo, pues podías equiparte una armadura que los hacía más fuertes y anillos para tenerlos más a menudo; fin. Eso era muy divertido.
No sé si tal vez Remnant 2 sería mejor juego siendo más generoso o más directo, o si los arquetipos de personaje han terminado restándole un poco la gracia de hacer tus propias locuras. Creo que es fantástico tal y como está, pero también veo claramente que en las horas que le he echado al tercer DLC podría haber sacado bastante más equipamiento curiosete si fuese como el original. Nunca llueve a gusto de todos.
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La noticia
Precisamente porque adoro este RPG de fantasía y ciencia ficción, siempre me dolerá que Remnant 2 no haya heredado lo más divertido del original
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Mario Gómez
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