Que el nuevo Ghost of Yotei que servirá como secuela de Ghost of Tsushima se presentase entre música más propia de un western que de las tonadillas japonesas habituales, no es casualidad. Lo que se vivió en el Monte Yotei de Japón en el siglo XVII fue la antesala de lo que, 200 años después, ocurriría al otro lado del Pacífico con el conflicto indígena de América del Norte.
Tal y como ocurrió después en el Salvaje Oeste, en una historia que el mundo del cine se ha encargado de contarnos una y otra vez, Japón también vivió su particular purga contra una población con su propia cultura, idioma y religión. Esta es la historia de los Ainu y su lucha frente al Japón Feudal que Ghost of Yotei, el nuevo juego de mundo abierto de PS5, parece querer contar.
La tribu japonesa del Monte Yotei
Conocido como el Monte Fuji de Hokkaido y convertido hoy en una atracción turística por sus preciosas vistas, sus muchas excursiones rodeadas de naturaleza virgen, y el desafiante ascenso hasta su cima, el Monte Yotei tuvo en el pasado un significado mucho más profundo entre los miembros de la tribu que habitaban la zona.
Pese a que datar el origen de los Ainu es difícil, los restos arqueológicos de esta particular tribu se remontan al año 14.000 a.C, momento en el que la cultura Jomon que se asentó en la isla Hokkaido expandiendo su cultura y sus costumbres. Mientras el pueblo de Japón evolucionaba en una dirección, aquella cultura y la tribu de los Ainu resultante lo hacía en otra muy distinta.
Si los japoneses apostaban por la agricultura y habían dado forma al Budismo y al Sintoísmo, los Ainu, como en el caso de los indios norteamericano, eran un pueblo hermanado con la naturaleza que se valían de la caza, la pesca y el comercio como su principal estilo de vida. Al igual que ocurría con sus costumbres e idioma, la religión de esta tribu también era distinta.
Los Ainu eran un pueblo animista que se regía bajo la creencia de que todo lo que le rodeaba tenía su propio espíritu, así que pese a que parte de su supervivencia dependía de la caza y la recolección, siempre se hacía desde un sentimiento de respeto y unión hacia lo que les rodeaba. El Monte Yotei, sin ir más lejos, era la unión de todo lo que veneraban y, como volcán ahora ya inactivo, representaba las fuerzas naturales en forma de fuego, agua y tierra.
Como sus recursos eran la clave de su existencia, rendían tributo hacia la montaña sagrada mientras procuraban mantener el equilibrio entre humanos y naturaleza de la mano de prácticas sostenibles que no hicieron enfadar a los espíritus. Sin embargo, cuando Japón puso el ojo en su expansión hacia la isla, los Ainu vieron cómo todo ese respeto que su pueblo había traspasado de generación en generación a lo largo de milenios se ponía en peligro.
El conflicto detrás de Ghost of Yotei
Coincidiendo con el periodo Meiji, lo que hasta entonces había sido una tímida comunión y colaboración pasó a convertirse en una invasión colonialista en toda regla. El gobierno de Japón, que buscaba ampliar su extensión para promover la agricultura en otras regiones y poder sustentar su expansión y desarrollo, puso a Hokkaido en su punto de mira.
Lejos de buscar una colaboración, aquello suponía la lucha de un pueblo de cerca de 30 millones de japoneses, contra una población Ainu que se mantenía en pequeñas tribus y comunidades de unas 20.000 o 30.000 personas. Así que cuando la comunión forzada prohibiendo sus prácticas, idioma y religión no surtió efecto, Japón pasó al ataque.
Valiéndose de la fuerza del ejército y sus armas, el gobierno japonés se hizo con el control de las tierras Ainu y les obligó a practicar la agricultura en ellas, rompiendo ese vínculo de equilibrio con la naturaleza que procuraban mantener. Que los Ainu viviesen entre tribus aisladas hacía más difícil esa lucha, pero cuando el jefe de una de esas tribus consiguió unirlas para enfrentarse a los japoneses ganando terreno a la expansión, el gobierno feudal puso toda la carne en el asador.
Engañando a Shakushain para asistir a unas negociaciones de paz, el jefe fue asesinado poniendo fin a la revuelta y dejando vía libre a los japoneses para la conquista de Hokkaido. A partir de ese punto empieza un periodo de marginación y represión en el que los Ainu perderían casi la totalidad de su territorio y población.
No fue hasta el pasado 2008 cuando, tras un resurgimiento de los pocos Ainu que aún quedaban por Japón en busca de justicia por las atrocidades a las que se había visto sometido su pueblo, el gobierno japonés reconoció oficialmente a los Ainu como una minoría indígena. El primer paso de una larga lucha que, aún a día de hoy, busca el perdón y la restauración de los derechos de su pueblo.
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La pequeña tribu indígena que se rebeló contra el Japón Feudal. El Salvaje Oeste del Monte Yotei que contará el nuevo Ghost of Yotei
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Rubén Márquez
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