En Steam existe un RPG muy pequeñito (en todos los sentidos) llamado Dragon Ruins, que contrasta brutalmente con las tendencias triple-A porque no tiene ningún interés en retenerte durante semanas: te lo puedes pasar en 2-3 horas, y si quieres extenderlo, siempre tienes el modo NG+. Su corta duración le viene bien porque es bastante experimental, y porque así no te pide más de 4,99 euros.
Dragon Ruins es en realidad una versión más pulida de otro juego que su autor desarrolló durante una feria game jam, pero debido a su naturaleza independiente no ha tenido un alcance global particularmente rotundo: el pasado 5 de julio, el creativo ucraniano Romanus Surt celebraba en Twitter que su título había pasado de las 3000 copias vendidas en todo el mundo, compartiendo además una tabla en la que se mostraban las cifras exactas.
Japón: 1134 unidades (35% del total)
Estados Unidos: 950 (29%)
Brasil: 161 (5%)
Reino Unido: 136 (4%)
Ucrania: 122 (4%)
Canadá: 107 (3%)
España: 69 (2%)
Alemania: 65 (2%)
Francia: 64 (2%)
Mejor en Japón
Una tabla ligeramente desactualizada, pero que más o menos nos sirve para entender cómo ha vendido el juego. Algo que tal vez te llame la atención es el éxito que ha tenido en Japón frente a otros países: ¿qué ha pasado para que una isla de 125 millones de habitantes haya sido más receptiva que casi medio continente de 333M de habitantes como es EE.UU. con una producción que además se le queda tan lejana?
Los primeros RPG eran así de verdad; y algunas personas todavía adoran ese estilo
La clave de esto es que, además de estar localizado a la lengua nipona, Dragon Ruins guarda una estrecha relación con los RPG japoneses (específicamente): el juego que nos atañe es un clon de Wizardry, una legendaria serie de rol que influyó muchísimo en la creación de IP icónicas como Dragon Quest o Final Fantasy; y de hecho los sprites que utiliza para sus héroes y monstruos vienen de la colección del artista japonés Toriotto, que los diseñó en su momento para un sucedáneo llamado Javardry y ahora autoriza el uso de su arte a terceros.
Combinando la curiosidad con la nostalgia y lo accesible que resulta en términos económicos, no son pocos los japoneses que se han aventurado a probar Dragon Ruins y jugar como si estuviésemos en 1981 otra vez. Como puedes ver, el apartado artístico es súper atractivo y el filtro de pantallas CRT le sienta de perlas. Dicho esto, si quieres darle una oportunidad también te aviso de antemano que la jugabilidad no tiene mucho que ver con la de otros juegos más modernos.
La jugabilidad retro-moderna de Dragon Ruins
Lo primero que haces al empezar una nueva partida es seleccionar a los cuatro personajes que componen tu equipo, pero no puedes personalizarlos a nivel cosmético. Tampoco eliges sus nombres: el sabio es el sabio, punto. Ni siquiera hablas con ellos, y no los controlas directamente en combate con comandos.
Más bien, esto va de entrar en una mazmorra laberíntica sin nada, entrar en combates aleatorios que además se resuelven de manera automática, y tomar buena nota de todo. Del daño saliente, del entrante, de lo que hace cada enemigo y de hasta qué punto tus personajes son capaces de sobrevivir a ciertas cosas.
Cuando tus personajes ganan, obtienen experiencia y oro; y tú, conocimiento del entorno y de los enemigos. Pero el daño se mantiene, así que toca medir bien cuándo lo mejor es retirarse del combate, volver a la ciudad para curar al equipo y mejorar el arsenal. Y así hasta que encuentres y derrotes al jefe final.
Volviendo a los MUD
Tal vez suene a poco, pero es que los primeros RPG eran así de verdad; y algunas personas adoran ese estilo. Sin ir más lejos, el estudio que firma formalmente Dragon Ruins, Graverobber Foundation, también tiene otros títulos similares en Steam como un Demon Lord Reincarnation que ni siquiera tiene mapeado.
Si quieres orientarte en aquel, tienes que tomar una libreta, papel y lápiz, y cartografiar el escenario tú mismo. Pero al menos tiene un sistema de combate un poco más profundo, y escenarios detallados. En otra ocasión también hablaremos acerca de otros dos juegos relacionados estrechamente con estos: Skald y Felvidek, ambos con notas de sobresaliente en la plataforma de Valve.
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La noticia
Este RPG de fantasía solo tiene dos jugadores en Steam y uno soy yo, Dragon Ruins es un caramelo que casi nadie conoce fuera de Japón
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Mario Gómez
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